Ni privación, ni hiperprotección

El complemento entre la posición protectora de los padres y la de privilegio que requieren los hijos es cuasi perfecta, sin embargo, este tipo de interacción está basada en una complicidad que muchas veces es patógena de relación familiar. Pero, ¿por qué patógena?, por el hecho de que muchas veces estos buscan retrasar e incluso bloquear el recorrido natural de un muchacho, en tanto también los hijos desean mantener la familia original basados en una felicidad inamovible que bloquea su evolución y crecimiento.

Desde Jean-Jacques Rousseau con su visión de una infancia de estadíos evolutivos con su propio modo de ver pensar y sentir, hasta Sigmund Freud con estudios en la afectividad y sexualidad y Jean Piaget en el desarrollo cognitivo han sido precursores de lo que ahora es todo un desplazamiento hacia un enfoque centrado el niño. Klein, Winnicott, Bowlby, entre otros, ponen en manifiesto la importancia de la relación con la madre y las figuras sustitutivas y las consecuencias para el desarrollo psíquico, todo con la finalidad no solo de conocer, sino de contribuir a mejorar el comportamiento tutelar y ha dado vida a los métodos de enseñanza menos autoritarios, desproporcionados, devastadores maltratos y privaciones afectivas.

Sin embargo, la bibliografía pedagógica de los últimos decenios representa una serie de afirmaciones, posiciones ideológicas, mitos y conceptos pseudocientíficos que muchas veces desorientan a los padres y muchas veces lejos de orientar adecuadamente, puede convertirse más bien en una especie de caricatura teórica errónea en pro de salvaguardar a los hijos. Un ejemplo de ello es incentivar la creatividad en niños y adolescentes (tanto en casa como en el colegio) mediante métodos permisivos, sin reglas y sin consecuencias lógicas, creyendo que esto podría dañarles con demasiado estrés, frustraciones o traumas.

Ya lo decía Piaget, tanto un niño como un adolescente aprende a conocer sus propias capacidades y al mundo a través de sus propias acciones y sus efectos. Es decir, que superando obstáculos afianzan sus propios recursos y equilibrio psicológico. Otro desastre de acepción teórica es pensar que un joven puede resolver un problema con sólo reforzar la estima que tiene de sí mismo. La autoestima se conquista, no es un tema de seducir con palabra, hablarle al oído mientras duerme y decirle lo grandioso que es, la autoestima se conquista; no puede ser donada por los demás, y para ello es preciso la experiencia personal.

Hay dos ideas contemporáneas que no ayudan a una crianza equilibrada. Una es la idea contemporánea de considerar que la madre es la autora, coautora y principal artífice de la vida del hijo y no solo eso, sino que es quien carga con la culpa de todos sus problemas, e inclusive se ha llegado a asegurar que si un hijo no ha tenido "una base suficientemente segura" por no haber "enfant bonding" (contacto con la madre biológica segundos después del parto), no está garantizado el desarrollo emocional o mental normal del hijo, posiblemente con profundas alteraciones mentales en personas adultas.

Otra es el exceso de consideración de la idea de que donde hay un adolescente problemático, hay una familia que maltrata, que esto no quiere decir que una familia en donde se maltrata no ocurrirá un hijo problemático, sino que, bajo este supuesto con validez de épocas de guerra y posguerra, se ha dejado de lado la actualización en la Familia. La familia ha cambiado, se ha ignorado lo que sucede en el mundo, se ha ignorado que el verdadero problema no es la privación afectiva (como antes quizá lo era) sino la hiperprotección, y está claro que algunas teorías llevan a los padres a desarrollar comportamientos educativos ansiógenos.

Existe la idea mal preconcebida de que los padres pueden o deben ser amigos de los hijos, esta "extraña" búsqueda de forma de amistad, crea un rompimiento de roles , "o sos padre o sos amigo" , "o sos madre o sos amiga" a sabiendas de que si sos uno no se puede ser más el otro; no se trata de no poder tener momentos de complicidad, se trata de que no se pueden comportar como iguales, por simple hecho de que no lo son. Lo mismo pasa con los padres que son excesivamente permisivos o "laxos", que todo lo ven sin importancia y "normal", padres que muchas veces son hasta se dejan someter por los hijos, incapaces de imponerse cuando hace falta, que a pesar de ser dulces y afectuosos, no existe un punto de referencia de modelo afirmativo, fuerte o firme. Hay que recordar que los hijos pueden buscar en otras fuentes modelos de fuerza y determinación qué imitar. Una verdad que Piaget afirmaba es que un adolescente construye su propio mundo a través de sus concretas experiencias pues estas le permiten construir repertorios, sistemas, mapas y anticipar situaciones, de nada sirve ahorrarles disgustos, guardarles absolutamente de todo "mal" y evitarles a toda cosat que sufran, pues la hiperprotección tarde o temprano terminará por la deconstrucción de sus mundos.

Pensemos en la siguiente frase: "Garanticemos una vida mejor, con los peores efectos y llevemos a los jóvenes inseguros e incapaces de asumir responsabilidades a una vida llena de autonomía con libre derecho de elegir." ¿Suena un poco loca , cierto?, pues bien, lo que se observa hoy y en lo que coinciden los expertos e investigadores es que la familia latina es una familia extremadamente distinta a la anglosajona o del norte de Europa. Destaca por ser un núcleo cerrado y muy protector en torno a sus miembros, un temor a generarles un daño o no hacerles sentir igual a los demás, tardan mucho más en independizarse, y la madre sigue presente con deberes de alimentación, servicio y protección a hijos ya grandes. Muy pocos hoy tienen la firmeza de oponerse a esta realidad y quien lo hace es tachado de agresor, o es aislado por "peligroso", y naturalmente aquí no se está hablando de una educación en donde el maltrato o la represión violenta reine en los hogares. Oscar Wilde escribió "Con las mejores intenciones se obtienen, la mayoría de las veces, los peores efectos." Este aforismo encaja perfectamente en muchas de las relaciones actuales entre adolescentes y familias.