Para Bowlby (1985), el apego es "cualquier forma de conducta que tiene como resultado el que una persona obtenga o retenga la proximidad de otro individuo diferenciado y preferido, que suele concebirse como más fuerte y /o más sabio" (pág.292). Quizá por ello, durante la infancia de los seres humanos la prioridad es mantener el vínculo de apego pese a cualquier coste. Desde el momento del nacimiento el contacto que se mantenga se relaciona con factores internos (sensaciones) y externos (objetos y cuidadores que le rodean) todos interrelacionados e influyentes para construir el sentido del yo. Este autor también descubrió fases en las que un pequeño se vincula y forma apegos mediante la interacción con sus cuidadores.
Por tal razón, las relaciones que establecemos con nuestras figuras de apego nos ayudan a entender cómo vemos el mundo, cómo nos relacionamos con los demás y cómo resolvemos los conflictos internos y externos. Sin duda, la importancia de las relaciones de apego con los padres o cuidadores es vital para la supervivencia física y emocional. Los padres que ofrecen un apego seguro crean una "zona segura" interpretada por el niño como un lugar donde será amado, valorado y donde a pesar de su curiosidad exploratoria del mundo, podrá volver encontrando siempre consuelo y seguridad.
¿Qué requiere una persona para sentir apego seguro?
Refugio seguro,para saber dónde acudir a buscar consuelo.
Proximidad, estar y que estén cerca para encontar seguridad.
Base segura, para salir a explorar/jugar y saber que encontrará sin variaciñon alguna el consuelo y la seguridad que necesite cuando lo requiera.
Para que mamá o papá sean bases seguras tiene que haber: Empatía (ser y sentirse "visto"), sensibilidad, responsividad y disponibilidad, validación emocional, ser fuente protectora y permitir al niño explorar y alejarse gradualmente para crear futuros recursos de autonomía.
Tras el nacimiento y los primeros años de vida, el Córtex prefrontal (responsable del afecto y la regulación) es muy inmaduro y se va desarrollando con consonancia en relación de la madre. Por ello es que el sistema de apego trata de buscar el equilibrio entre búsqueda y exploración, porque tanto necesita "que le muestren el camino", como su exploración del mundo mientras aprenden de a poco a regularse, a ganar autonomía y todos sus modelos internos de regulación.
El apego sano permite la maduración sana del sistema nervioso. Caso contrario, cuando el bebé siente estrés o miedo excesivo, activando así su hemisferio derecho e incrementando la rama simpática del Sistema Nervioso Autónomo, llega a generar un malestar que solo es aliviado si las figuras de apego se vinculan adecuándose a sus necesidades, o de lo contrario, generando sensaciones dolorosas que se almacenan en su memoria implícita o inconsciente. Por supuesto, esto va a suscitar entonces desequilibrios emocionales, de pensamiento y comportamiento, y también, ciertos tipos de apego no tan sanos en la adolescencia y en la edad adulta.
Por cierto, la memoria implícita o inconsciente es todo un circuito que por excelencia utiliza la dopamina. Sin entrar en mucho detalle, pero para contextualizar y brindar mayor comprensión del tema, la dopamina es una diminuta molécula llamada neurotransmisor del sistema nervioso central que desempeña varias funciones en las personas y en otros animales, quizá lo más importante es que se considera como el centro del placer, debido a que es la encargada de regular la motivación y el deseo, así como también induce a que aquellas conductas que han resultado de alguna manera positivas y beneficiosas para la persona, quieran volverse a repetir. Mediante la dopamina asociamos los refuerzos positivos o recompensas y en relación a las conductas de apego, está íntimamente ligado al papel cuidador/bebé. Por las razones antes mencionadas, en el futuro se puede encontrar esta misma sensación a pesar de que las conductas puedan resultar patológicas.
La dopamina es el neutransmisor de la recompensa. Se asocia a la motivación y a la gratificación.
Muchos de los trastornos que vamos a ver en nuestras consultas van a estar relacionados con cosas que ocurrieron en la infancia, con los mecanismos utilizados y con la rigidez para cambiar cosas que se sabe estén dañando, pero que por su efecto ansiolítico (es decir, actúa sobre el sistema nervioso y reduce los síntomas de la ansiedad) es más difícil de cambiar o desaparecer. Esto explica el porqué de muchas acciones impulsivas que "no pueden evitarse", pues a pesar de que provocan malestar o dolor, gracias al Córtex se ha almacenado con una valencia positiva o negativa que simplemente se reproduce tras una sensación, emoción o pensamiento parecido, sin que tenga lugar la razón, ni la conciencia.
Como adultos es importantísimo saber y comprender que, los individuos que no han aprendido a regularse en la infancia tienen disminuida la capacidad de integrar aprendizajes nuevos, y de allí su dificultad para probar nuevas formas de resolver sus conflictos. Es decir, están condenados a repetir emociones o conductas, aunque les resulten nocivas. Por mucha voluntad que tenga la mente consciente, muchas veces esta no es suficiente para crear y difundir nuevos comportamientos; en cambio la mente inconsciente, que tiene relación con todo lo emocional y somático, una vez que aprende cosas en los primeros años de nuestra vida se almacena y resulta mucho más difícil de modificar.
Mi experiencia en la consulta me ha hecho ver que un porcentaje alto acude a consulta para poder intervenir entre lo que saben deben hacer, pero no pueden evitar hacerlo. También hay muchos que no pueden escapar de pensamientos o sentimientos pues han escapado de su control y en este punto la ansiedad se presenta en forma recurrente, sin que ni siquera la persona pueda conocer su origen.
A mayor seguridad y ausencia de miedo, mayor posibilidad de tener un apego seguro y viceversa.
Las emociones asociadas al miedo y el pánico son características de todos los mamíferos, solo que la especie humana nos diferenciamos porque nuestras estructuras (neocórtex, entre otras) son mucho más desarrolladas como para permitir el lenguaje, el pensamiento y la reflexión. Además, algo que nos diferencia es que las personas podemos temer a situaciones que no existen y que solo están en la imaginación (en el sentido de no ser algo físico o tangible), pero igualmente activan los mismos circuitos relacionados con el miedo y provocando las mismas sensaciones fisiológicas. Estas mismas "cosas intangibles" están relacionadas a actividades que implican situaciones interpersonales como el miedo a no ser querido o no ser válido.
Se sabe por estudios sobre el apego (Bowlby, 1994; Holmes, 2005; Wallin, 2015), que gran parte de las fobias intangibles o impalpables vienen condicionadas por experiencias tempranas con nuestros cuidadores, esto debido a que el cerebro guarda memoria de lo traumático de la experiencia y la tendencia natural en la adultez será evitar situaciones parecidas. Ante el miedo y las situaciones de amenaza, reales o imaginarios, si los niños han tenido figuras de apego disponibles y atentas a sus necesidades, crearán una representación de sí mismos como personas válidas. Aquellos que hayan tenido figuras de apego abusadoras o inconscientes y desconectados, desarrollarán una sensación de defectuosidad y de no validez.
Mediante las fases de apego por las que pasa un ser humano se desarrollan tres sistemas conductuales muy importantes para el resto de la vida:el de defensa para valorar el origen y la intensidad de las amenazas, el de afiliación consolidación del afecto y regulación emocional, y el sistema exploratorio que se desarrolla mediante el juego exploratorio del niño y está relacionado con el desarrollo de autonomía y autoestima en la edad adulta. Todos los mamíferos nacemos con unos circuitos de emociones básicos. El apego es quizá de entre los más importantes, el que provocará cambios en el desarrollo emocional en la vida posterior del niño.
Según Bowlby (1984), durante la infancia, el sistema de apego trata de buscar un equilibrio entre la búsqueda de proximidad con los cuidadores y la exploración.
Viendo una secuencia de hechos a gran escala de lo que implica adquirir un apego seguro, podríamos decir que, estos individuos aprenden a alternar entre la necesidad de estar con los cuidadores y la posibilidad de explorar o jugar sin miedo. En la adolescencia tendrán mayor tendencia a ser confiados y menos a la defensiva, y si consiguen mantener la tendencia al apego seguro, sabrán regularse a sí mismos y con los demás de forma más adecuada con forme su cerebro sigue madurando.
El miedo es una emoción básica que, en los seres humanos, es fundamental para la supervivencia, pero no solamente se activa cuando la integridad física está en peligro, sino que se activa tras percibir la ausencia física o emocional de las figuras de apego debido a la desprotección que conlleva. Las personas con un patrón seguro utilizan formas más equilibradas entre la razón y la emoción y se adaptarán de manera más flexible para dar respuestas ante diversas situaciones o ante la presencia del estrés. Entonces, siendo el vínculo con las figuras de apego la única forma de manejar las amenazas los primeros años de vida, es de gran importancia la percepción y sensación de seguridad en el desarrollo de los recursos y estrategias que se usen a lo largo de la vida para enfrentarse a retos. Por consiguiente, a mayor seguridad y ausencia de miedo, mayor posibilidad de tener un apego seguro y viceversa.
Sin duda la genética y las experiencias en relación a los cuidadores condicionan los rasgos de caracter y de personalidad. Conocer la importancia del apego, los tipos de apego y sus características permitirán una mejor comprensión de cómo la persona se vincula actualmente. Así mismo, reconocer a la persona con sus miedos e inquietudes hace más sencillo interpretar aquello patológico con que la persona actualmente se regula. Ahora bien, teniendo en cuenta que el origen del malestar para cada persona es diferente, el tratamiento debe adaptarse a las características de cada individuo que viene en búsqueda de un tratamiento psicológico.